miércoles, 10 de marzo de 2010

Estudio de Fort Knox Five y Montezuma

Nos levantamos temprano, seguimos en modo jet lag. Sergio y Parri siguen corriendo, aunque Sergio tuvo un pequeño problema de resistencia y Parri estuvo a punto de dejarle solo. Caminamos por las calles desiertas de Washington D.C. y paramos en Guitar Shop para comprar cuerdas de bajo y unos cables que necesitábamos. El hombre de la tienda decía que el sonido de la guitarra española es una maravilla, al igual que el material con el que fabrican las gitarras de 6.000 dólares que nos enseño.

Cuando volvimos al coche, que habíamos aparcado correctamente y pagado el parquímetro, nos encontramos con una multa (la segunda) por habernos retrasado tan solo 6 minutos. Cominos al lado del hotel en The Diner, un lugar típico americano donde la comida no era demasiado grasienta, lo que significa bastante. Para hacer la digestión nos dimos una vuelta por el parque de los alrededores del obelisco y fuimos a ver a Lincon. Y cuando volvimos al coche, que habíamos aparcado en un lugar ciertamente sospechoso, nos dimos cuenta de que lo habían cambiado de lugar. Además del susto, dos regalitos: otra multa (la tercera) y una "g" pintada en blanco en el cristal trasero. ¿Qué significaba esa g? Deducimos que gilipollas, aunque como son americanos, probablemente significaba algo diferente.



Quedamos con Andy en el estudio de Fort Knox Five a las 6:30 de la tarde. Llegamos a las 8:0o, tras perdernos dos veces con ayuda del GPS. De camino comprobamos que los surtidores de gasolina americanos son mucho más lentos que los españoles y que la manguera tiene una ventosa que se pega al depósito.

Cuando llegamos Andy nos recibió en la puerta del estudio y nos dijo que aparcáramos tras la parte trasera de su coche, que le constaba que algunos de nosotros conocíamos muy bien (recordad la noche anterior y el maletero con los españoles bajitos). Se rió recordando la anécdota y haciendo chistes sobre Sergio, español bajito, que le saca a Andy una cabeza.

En el estudio hablamos con Steven y Rob de Fort Knox Five, hablando de música, escuchando sus nuevas producciones e intercambiando discos. Curiosamente Rob vivió en Madrid 4 años y trabajó en la contrucción del Skate Park del parque sindical, donde hemos patinado varias veces.

Nos lo pasamos muy bien y nos reimos mucho (por varios motivos). Son unos tíos encantadores con los que compartimos además de gustos musicales, amigos y forma de trabajar. Como estábamos muertos de cansancio de tanto caminar, tantas multas y viaje largo al día siguiente, no nos quedamos a cenar con ellos, aunque nos hicieron propuestas interesantes de lugares en Washinton D. C. para seguir la noche.



Al día siguiente cogimos la ruta 95, camino de Boston. Según Andy se tardaba 8 horas en llegar. En esta ocasión solo nos perdimos dos veces. Una de ellas nos llevó directos a un complejo de comida americana prefabricada y una licoreria fantástica, regentada por chinos, en la que descubrimos la solución a nuestros problemas: muchas horas de viaje por recorrer y el cansancio acumulado. La solución se llamaba Montezuma, y se convirtió, de repente, en nuestro mejor compañero de viajes. Este elixir de los dioses es un tequila de 40 grados, suave al paladar y muy digestivo, pero con terroríficas reacciones. Con tan solo un par de chupitos, todos, exepcto el conductor estábamos en un estado de carcajada y tontería totalmente descontrolado.



A esto ayudó que Parri consiguió, de manera poco apropiada, unas pastillas en una de las gasolineras que paramos para repostar. Estas pastillas se supone que dan vigor al hombre, cosa que la cajera nos aseguró que realmente ocurría, vamos, que para ella funcionaban. Leímos que estában aprobadas por el doctor, eso sí, no ponía que doctor. Los efectos secundarios de las pastillas eran los siguientes: acné, caída de pelo, y crecimiento extremo de bello, sorprendentemente, en la cara de ella. Pese a estas advertencias Parri las guardó en caso de necesitarlas (veremos a ver que pasa).


El camino a Boston se hizo más corto, aunque volvimos a perdernos antes de entrar en la ciudad, lo que hizo que el contador de kilómetros subiera 50 kilómetros cuando solo quedaban 95. Aún no sabemos como, durante 25 kilómetros la carretera no tenía ningún tipo de salida de cambio de sentido.

Por fin, después de 10 horas (y no 8 como había predicho Andy) llegamos al centro de Boston, donde creíamos que tendríamos que sacar los plumas, pero la temperatura era excelente, en contra de la predicción meteorológica que ¿casi nunca se equivoca? Pues eso, bienvenidos a Boston con el último chupito de Montezuma. Salud a todos.

3 comentarios:

  1. Jejejejeje.
    Que tremendos. Nos vemos en SXSW.
    Abrazos y ser buenos.
    Fer

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  2. Jope !, no ganais para multas..jajaja... jope lo de la "g" en el cristal es tope la NAVE DEL MISTERIO jajaja...
    guardadnos unas pastillas de esas que compradas en una gasolinera..
    Nos alegramos que os lo paseis bien
    abrazos

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  3. Lo mejor esta por llegar NYC .....OMG ...all this american blonds swating the dance floor al ritmo de telephunken ...envidia too much sana......

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